El alcohol incluido en muchas bebidas espirituosas que consumimos habitualmente, aunque sea en un porcentaje mínimo, afecta muchísimo a nuestro cuerpo. Tal vez la costumbre de beber desde tiempos inmemoriales haya suavizado bastante la visión que tenemos sobre esta droga, porque a pesar de ser legal está claro que el alcohol supone un riesgo muy parecido al que pueden suponer otras drogas que todavía no han llegado a ese estatus de legalidad. Estamos rodeados de alcohol en todo momento, desde el vino y la cerveza hasta bebidas más fuertes como el whisky o la ginebra. Beber es algo que se ve como muy normal, incluso en la juventud. Son muy pocos los que e mantienen sin beber una sola gota de alcohol a lo largo de su vida, porque además eso parece reflejar una contradicción social.
En el otro extremo están los alcohólicos, personas que han bebido demasiado a lo largo de su vida y que se han enganchado de tal manera a las bebidas de este tipo que les ha acabado afectando. No tienen por qué emborracharse cada fin de semana, aunque eso también sería un grave problema si hablamos de alcohol, sino simplemente beber un par de copas todos los días. El alcohol, en esas cantidades, puede llegar a ser muy nocivo para el cuerpo, como demuestra la cirrosis. Se trata sin duda de una de las enfermedades más peligrosas y problemáticas que se derivan del consumo excesivo de alcohol, y que afecta cada vez a gente más joven. En este artículo vamos a ahondar en dicha enfermedad, mostrándola con crudeza, tal vez para entender mejor las verdaderas consecuencias de pasarnos con el alcohol, aunque pensamos que no nos va a afectar.
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