Actualmente, la definición de droga está bastante aceptada para incluir en ella a cualquier sustancia que pueda crear una adicción a corto o medio plazo. Eso no quita que, en muchos países, las drogas que son ilegales en ciertos territorios no lo sean allí. Dependerá de la legislación de cada nación, porque cada una lo entiende una forma. Sin embargo, hay dos grandes drogas cuyos efectos nocivos son más que evidentes, pero que aun así siguen siendo legales, y para muchos ni siquiera pueden considerarse como drogas. Hablamos, por supuesto, del alcohol y el tabaco. Podríamos incluir también la cafeína, presente sobre todo  en ciertos refrescos y en el café, pero esa sustancia ya es algo menos dañina. Como decíamos, el tabaco y el alcohol son legales en prácticamente todo el mundo, provocan muchas muertes al año, tanto naturales como por accidente, pero nadie quiere ilegalizarlas.

Sin embargo, una droga como es la marihuana, cuyos efectos son bastante similares e incluso menores, dependiendo de la dosis, que las drogas antes comentadas, sí que ha sido puesta siempre bajo la lupa, y está ilegalizada, al menos en su uso recreativo, en la mayoría de países del planeta. Y esto es así porque provoca daños a nuestro cuerpo y sobre todo a nuestro cerebro, tanto al medio como al largo plazo, algo que se ha estudiado a través de numerosos profesionales, con conclusiones fehacientes. Las mismas que obtenemos si estudiamos los efectos del alcohol en nuestro organismo cuando lo tomamos de forma habitual. Sin embargo, una droga se ilegaliza y la otra no. ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué hay países donde, de hecho, el cannabis si es legal pero el alcohol está mucho más restringido?

La marihuana y su consumo

Según algunos estudios, la marihuana es, justo por detrás del tabaco y el alcohol, la droga más consumida en el mundo. Se obtiene del cáñamo, de sus hojas y tallos resecos, y habitualmente se mezcla con tabaco, aunque suele ser tabaco natural, no el que nos viene ya manufacturado en los paquetes que encontramos en los kioscos y estancos. Las posibilidades para fumar marihuana son tan variadas que dependiendo del tipo de consumo que escojamos podremos decir que tomaremos más o menos. Y es que no es lo mismo fumar varios cigarros mezclados al día que fumarnos un par de ellos en el fin de semana. Algo parecido a lo que ocurre con el alcohol y esas personas que solo beben cuando salen de fiesta. Sin embargo, su consumo puede llegar a ser preocupante cuando crea dependencia.

Ese es el punto determinante en todo este asunto. Hay personas que pueden empezar a fumar porros y dejarlo fácilmente, porque la marihuana no tiene, al fin y al cabo, un poder de adicción tan fuerte. Pero hay otras que, al disfrutar del sabor del cigarro, o simplemente por habituarse a fumarlos de forma constante, se acaban convirtiendo en dependientes de esa sustancia. Esto se comprueba cuando llevan un tiempo sin probarla y empiezan a tener un estado de ansiedad creciente, conocido comúnmente como “mono”. El consumo de marihuana puede controlarse en cierta manera, pero eso también dependerá de la persona, de la situación y de otros muchos factores. El hecho de considerarla menos dañina también puede ser peligroso, puesto que nos acercaremos a ella con menos temor.

Marihuana medicinal

Existen también alternativas medicinales basadas en la marihuana, como elemento terapéutico para aliviar ciertos dolores y problemas en la vista, por ejemplo. Y es que al ser una droga cien por cien natural en su base, la marihuana también tiene efectos beneficiosos para el cuerpo, de la misma forma que lo tienen tantas y tantas otras plantas. En buena parte de Estados Unidos, por ejemplo, se permite su uso de manera medicinal, siempre con la condición de que el médico nos la haya recetado. De hecho, en muchos estados es la única manera de poder fumar marihuana y evitar que nos detengan. Normalmente, el consumo de marihuana terapéutica está muy controlado, para evitar precisamente que los pacientes acaben creando esa dependencia con la droga.

Cómo nos afecta su consumo

Que la marihuana afecta directamente al cerebro es algo más que comprobado por numerosos estudios científicos. Sus efectos se centran, sobre todo, en nuestros neurotransmisores, los encargados de llevar toda la información por nuestro sistema nervioso, básicos por lo tanto a la hora de desarrollar cualquier acción o idea. Los neurotransmisores pueden sufrir efectos muy negativos por culpa del cannabis, sobre todo en edades más tempranas, como en los adolescentes, cuando el cerebro todavía es más vulnerable a este tipo de ataques. Pérdidas de memoria, sensación de irrealidad a corto plazo, somnolencia… Los efectos varían  mucho según la persona, pero pueden ser muy negativos.

Efectos en nuestro cerebro a largo plazo

Debido al daño que provoca en nuestros neurotransmisores, la marihuana puede dañar de forma irreversible nuestro cerebro, afectando muy negativamente sobre todo al sistema nervioso. El abuso de esta sustancia provocará cambios totales en nuestros procesos cerebrales, lo que puede llevarnos incluso a padecer enfermedades complejas y peligrosas como el alzheimer en un futuro. También afecta a otras partes del organismo, como nuestro sistema reproductor, ya que el consumo habitual de marihuana puede provocar dificultades para la fertilidad, algo preocupante en el caso de que estemos intentando tener un hijo.

Al tomarse normalmente de forma aspirada, como el propio tabaco, la marihuana provoca problemas en el sistema respiratorio, algo que no debe extrañarnos al saber que en muchas ocasiones esta sustancia también se mezcla con el propio tabaco, que ya es de por sí perjudicial para nuestro organismo. El efecto a medio plazo son dificultades respiratorias, pero al largo plazo también pueden ser problemas más graves como cáncer de pulmón. Definitivamente, el consumo continuo y abusivo de la marihuana también pone en riesgo nuestro sistema inmunitario general, haciendo que estemos más expuestos ante las posibles enfermedades y amenazas del exterior.